En primer lugar debemos saber que el cociente intelectual de un niño con altas capacidades es superior a 130 y presentan unas características especiales respecto a los demás niños a nivel intelectual, emocional, conductual...
y a nivel social.
Los docentes prefieren referirse a los niños/as de altas capacidades como aquellos que tienen una capacidad de aprendizaje muy superior y una forma de aprender distinta, que los diferencia del resto de niños de su edad por lo que es importante estar atentos a aquellos alumnos que puedan desarrollar comportamientos que nos permitan detectar sus capacidades para poder ayudarles con un aprendizaje a su altura y que no se estanquen como en la mayoría de los casos.
El lugar común nos lleva a pensar que un alumno con altas capacidades es aquella persona brillante, que saca las notas más altas, el más ordenado, obediente y siempre esforzado. Pero, como recuerda AEST, "es más bien todo lo contrario: suelen ser los más despistados, menos trabajadores, desordenados, desobedientes… Se dan incluso casos en los que el tutor, solicita el consentimiento a los padres para valorar, pues piensa que el alumno pueda presentar TDAH, bipolaridad o Asperger".
En realidad, el sistema educativo no consigue identificar al 90% de los escolares con altas capacidades y no existe un registro oficial en España de adultos ACI, pero se calcula que entre el 7 y el 10% de la población lo es. Y sin embargo, la inmensa mayoría están condenados al fracaso escolar. Según los datos más recientes del Ministerio de Educación, en el último estudio de 2021-2022 había 40.916 estudiantes con altas capacidades, lo que significa que alrededor de 130.000 aún no han sido detectados y por lo que no están recibiendo apoyo educativo específico.
Según Rosabel Rodríguez, profesora de la Universitat de les Illes Balears y directora y fundadora del Programa de atención a las Altas Capacidades Intelectuales (PACIS) de esa universidad, las personas con altas capacidades no cumplen con una descripción única que los englobe a todas sino que son muy heterogéneos entre ellos.
Por eso ella propone al menos tres pruebas para identificar una ACI. Como mínimo, una prueba de inteligencia general (escalas Weschler o equivalente), una prueba de inteligencia factorial (baterías BADyG o equivalente) y una prueba de creatividad (Torrance o equivalente).
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